1. Espíritu de servicio: No debemos servir a Dios o a los demás con un interés de por medio, como quien quiere agradar solamente a los hombres, sino que debemos hacerlo con un corazón sincero, temiendo a Dios en todo tiempo, sabiendo que Él está por encima de nosotros y discierne las intenciones del corazón.
Todo lo que hagamos debemos hacerlo de corazón, como para el Señor y no para agradar a otros.
“Siervos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios. Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres”.
(Colosenses 3:22-23) RVR1960
2. Mayordomía: Debemos aprender a ser buenos mayordomos, es decir, buenos administradores de los recursos que Dios ha puesto en nuestras manos.
Debemos administrar bien nuestro tiempo, talentos, dones, y aún nuestras finanzas.
“Y dijo el Señor: ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente al cual su señor pondrá sobre su casa, para que a tiempo les dé su ración? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. En verdad os digo que le pondrá sobre todos sus bienes”.
(Lucas 12:42-44) RVR1960
3. Diligencia: Todo líder se organiza de tal manera que logra cumplir sus metas. No permite que el tiempo se le escape de las manos, sino que hace buen uso de él, con el fin de edificar la vida de otros.
“El alma del perezoso desea, y nada alcanza; Más el alma de los diligentes será prosperada”.
(Proverbios 13:4) RVR1960
4. Corazón Compasivo: El apóstol Pablo recibió una profunda compasión por aquellos que Dios le había confiado como discípulos y que había traído a su lado. Él como buen líder, velaba por su crecimiento espiritual y siempre oraba por ellos.
“Que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón”.
(Romanos 9:2) RVR1960
5. Destreza en la Palabra: Todo líder debe tener un profundo compromiso con tener contacto diario con la Palabra.
Debe tener un deseo ardiente por estudiar, de manera continua y sistemática las Escrituras, para que al compartir con otros la Palabra, lo haga de manera correcta, guardando la doctrina.
“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad”.
(2 Timoteo 2:15) RVR1960