1. Cuidar con mucho amor
Todo lo que hacemos en la obra de Dios debe estar motivado por el amor y la consolidación no se queda fuera de este mandamiento que Jesús nos dejó. Ni los números, ni el crecimiento, ni motivaciones personales del líder deben mezclarse al momento de iniciar el proceso de consolidación de un nuevo creyente, siempre el amor y el beneficio de la persona nueva debe ser nuestra motivación. Amar siempre a la persona aun cuando esta no quiera seguir a Jesús o sea en un comienzo un discípulo difícil de amar. Jesús amó a sus discípulas durante todo el proceso para consolidarlos, hasta el final. (Juan 13.1).
En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.
(Juan 13:35) RVR1960
2. Cuidar de manera personal.
David concebía a Dios como su pastor personal, no alguien lejano, sino un Dios personal, que cuida y protege no por medio de alguien sino siempre directamente. Este es el modelo que nos deja El Señor al momento de cuidar un nuevo creyente. Debemos cuidar cada persona como si fuera la única que necesitara nuestra ayuda. Cada persona que llega a nuestro ministerio debe entender que cuenta con alguien que lo cuidara y estará pendiente de sus necesidades de manera personal.
Jehová es mi pastor; nada me faltará.
(Salmos 23:1) RVR1960
3. Cuidar hasta afirmar su fe.
El crecimiento espiritual que anhelamos ver en un nuevo creyente al cuidarlo es parecido al que se ve en el ámbito físico con un bebe recién nacido. Este bebe llega este mundo siendo una persona totalmente dependiente de sus padres, pero por medio del cuidado, amor y ambiente adecuado se convierte cada día en una persona responsable de sí misma, capaz de cuidarse y tomar decisiones que le beneficien, como alimentarse por sí mismo, cuidarse, vestirse. Espiritualmente, debemos esforzarnos como líderes en formar estas cualidades en cada nuevo convertido, hasta que veamos avances tales como una vida devocional estable, integridad, fe, deseo de crecer, amor por la Palabra y otras más.
Más el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.
(1a. Pedro 5:10-11) RVR1960
4. Desarrollar hábitos espirituales.
Los hábitos espirituales en un nuevo creyente son la base de la formación de su carácter y, por lo tanto, debemos invertir bastante tiempo ayudándolo a que estos se formen de manera correcta en su vida. La oración, el ayuno, el ofrendar, congregarse, santificar su vida, leer y estudiar la Palabra están dentro de los hábitos espirituales básicos que debemos formar.
Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos.
(Lucas 11:1) RVR1960
5. Motivar a las personas a que sean parte activa de la iglesia.
Cada nuevo creyente encuentra fortaleza y compañerismo al involucrarse de manera activa en la iglesia. Para cumplir este propósito las células son parte fundamental, debido a que allí se generaran lazos de amistad que llevan al nuevo creyente a querer involucrarse más en las actividades del ministerio, lo cual lo llevará a crecer espiritualmente y en madurez.
Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón
(Hechos 2:44-47) RVR1960