Como líder, será el multiplicando (agente de cambio) y el Espíritu Santo será el multiplicador (agente sobrenatural).
Al trabajar de la mano del Espíritu Santo, podremos obtener la multiplicación y el crecimiento.
El crecimiento llega como producto de nuestras oraciones específicas, nuestro trabajo arduo y estratégico para alcanzar nuestras metas.
Para alcanzar el crecimiento anhelado debes:
1. Especializarte en la estrategia que Dios te da: Dios te dará una estrategia divina.
Recuerda, la estrategia se gana en el lugar secreto, pero es importante trabajarla con todo el corazón.
2. Tener metas semanales: Así como determinas cumplir metas en el estudio, el trabajo y en cada área de tu vida, programa con el Señor cuántas almas ganarás cada semana.
3. Visualizar cuántas personas quieres ganar: Recuerda que la visualización es un proceso fundamental en cualquier conquista.
Tú no puedes conquistar lo que primero no has visto en el mundo espiritual.
4. Establece ayunos y tiempos de intercesión por las personas que asisten a tu célula y sus necesidades: Muchos líderes han dejado esto a un lado y no se han comprometido a pagar un precio por las almas.
Determínate a volver a ese primer amor por la obra y a no dejar perder ni una sola de las personas que llegan a tu célula.
5. Desarrolla actividades evangelísticas efectivas: Las personas nuevas no van a querer involucrarse con las cosas de Dios si las presentamos de forma religiosa y fría.
Todas las actividades deben enfocarse en demostrar el amor de Dios y un genuino interés por cada persona.
6. Mantén el nivel de excelencia: No puedes empezar tu célula con ánimo, preparando cada detalle y después dejar que el nivel caiga.
Una marca clara de un ganador de almas es la excelencia.
7. No te desanimes: Muchas veces el enemigo trae desánimo y ello nos hace perder la fuerza de conquista.
No caigas en esa trampa; todo líder siempre debe mantenerse altamente motivado, lleno de la Palabra y activo en la oración.
Mantén siempre un espíritu de conquista y gozo, confiado plenamente en que el Señor te escogió para ser el mejor líder.
8. No pierdas ni una sola oveja: En la parábola de la oveja perdida vemos que cuando el pastor perdió una de sus ovejas no se quedó conforme con las 99, sino que las dejó para alcanzar a la que se había perdido. ¡Esta debe ser nuestra misma actitud! Debemos entender que no hay nada más valioso para Dios que un alma y debemos comprometernos a no dejar perder ni una sola de las personas que llegan a la célula.
¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?
(Lucas 15:4) RVR1960
¿Cómo reproducir la célula?
El proceso de reproducción (o multiplicación) llega cuando la célula tiene suficientes integrantes como para que de ella pueda desprenderse otra célula igualmente fuerte.
Siempre que la célula ha crecido lo suficiente (un promedio de 20 personas), lo más conveniente es multiplicarla y convertirla en dos células, pues esto permite que siga teniendo la atmósfera familiar y que se puedan atender las necesidades personales de cada asistente.
En ese momento, quién sea el nuevo líder de la célula pasa a ser el líder de la nueva célula y ambos líderes escogen un nuevo líder para seguir reproduciendo las células.
¡De esta manera, el crecimiento se hace exponencial y la multiplicación alcanza nuevos niveles!
El líder principal debe ser muy sensible a la dirección del Espíritu Santo para entender en qué momento debe multiplicar la célula y estar muy atento del desarrollo de la nueva célula, para verificar que sea una reproducción fiel de lo que él ha trabajado.