Hay unas características especiales que definen a un líder de éxito, estas son:
1. Está motivado siempre y es un gran motivador: Todo líder debe cultivar la motivación de una manera permanente con su equipo. Es sencillo decirlo y parece un principio básico, pero he visto a muchos líderes perder mucho fruto en situaciones de prueba.
Cuando una persona en formación experimenta una gran presión, ya sea en lo financiero, en lo familiar o en algún área personal, sus emociones se debilitan y tiende a querer desistir. Por eso es fundamental que el líder esté siempre motivado y a su vez sea un gran motivador.
¿Cómo hacerlo? Es sencillo, la fuente de la motivación es la Palabra de Dios y Sus promesas.
Un líder que mantiene una buena relación con la Palabra sabe que las promesas de Dios se van a cumplir en él y en su equipo a pesar de cualquier adversidad.
Si te ha hecho falta ánimo o motivación en los tiempos de prueba te invito a que pases más tiempo de calidad con la Palabra de Dios, Él es fiel para cumplir lo que ha prometido.
2. Impulsa al desarrollo personal: El liderazgo procura en todo momento lograr el desarrollo integral de cada persona, nunca encontraremos personas que sean exitosas en el ministerio, pero fracasadas en todas las áreas de la vida.
El liderazgo es un sello de excelencia que se demuestra en todas las áreas de la vida.
Es muy interesante notar que Jesús enseñó principios espirituales a sus discípulos, pero también les enseñó principios para que vivieran en comunidad, principios de prosperidad y principios para que se pudieran desarrollar plenamente.
Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer.
(Juan 15:15) RVR1960
3. Forja valientes: Ningún cobarde podrá tener una escuela de valientes, tampoco un valiente podrá tener una escuela de cobardes. Si queremos formar líderes valerosos, debemos ser valerosos, es decir, no podemos permitir el temor, la inseguridad o los complejos, ya sea de inferioridad o de superioridad.
El ejemplo de David: La estrategia de Dios para forjar a Sus valientes no cambia, siempre nos prueba con pequeñas cosas; Él no da grandes responsabilidades si primero no tiene la certeza de que somos capaces de asumirlas.
Cuando David era joven, por ser el menor de la familia, le confiaron el trabajo que parecía menor, pero él lo asumió como la gran oportunidad de Dios para su vida y puso todo su corazón, haciendo las cosas como para el Señor.
Su trabajo consistía en pastorear unas pocas ovejas, esto lo llevó a pasar noches enteras sin poder dormir, cuidándose de cualquier peligro que pudiera presentarse. De esta manera David se armó de valor para enfrentarse a las fieras del campo, se entrenó peleando contra osos y leones, saliendo siempre victorioso.
En ese pequeño lugar donde David pasó varios años de su vida, Dios le mudó el corazón, dándole uno valeroso; por tal motivo, cuando vio que un gigante de los filisteos desafiaba a los escuadrones del ejército de Israel, decidió enfrentarlo argumentando que el mismo Dios que lo había librado de los osos lo libraría del gigante.
Lograr este tipo de valientes, como David, demanda darle a cada discípulo la formación correcta. El salmista dijo:
Bien que en oculto fui formado,
Y entretejido en lo más profundo de la tierra.
(Salmos 139:15) RVR1960
De la misma manera en que Dios trabajó con nosotros cuando fuimos formados en el vientre de nuestra madre, es que Él quiere que nos formemos y que capacitemos a otros para manifestarnos al mundo.
Esto nos habla de tener fundamentos y hábitos espirituales sanos y sólidos, es en lo oculto (en la intimidad con Dios) donde se forjan los líderes valientes.