La visión es un poder transformador; nos da propósito, nos inspira, nos conecta con el Señor, determina el éxito de nuestra vida e incluso puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.
Cuando te decides por Jesucristo y te determinas a rendir totalmente tu vida a Él, obedeciendo Su Palabra, un velo se corre en tu mente y el panorama de la vida cambia drásticamente porque el Señor te convierte en un visionario.
1. Noé: Recibió la visión del Señor para construir el arca y por eso pudo salvar a toda su familia.
Todas las demás personas fueron ahogadas por el diluvio.
2. David: Recibió una clara visión de cómo debía ser el Templo, de todos los utensilios y materiales que necesitaban para la obra y por eso pudo dejar a Salomón todos los recursos que iba a necesitar.
3. Moisés: Fue el libertador de Israel y enfrentó al imperio más poderoso de su época porque conoció el plan (la visión) que Dios tenía para el pueblo Israel.
La visión también nos acerca a las personas correctas. A lo largo de las Escrituras, podemos ver que cada vez que el Señor escoge a un hombre, lo rodea de personas que deciden apoyarlo en todo lo que emprende, formando así un poderoso equipo que es la fuerza y el impulso de una visión.
Como iglesia, el Señor nos reveló la Visión del Gobierno de los Doce (G12) y hemos sido testigos del tremendo poder de esta Visión, pues a través de ella hemos podido impactar nuestra nación y las naciones de la tierra con el evangelio de Jesucristo.
La Visión nos ha llevado a desafiar las circunstancias, a intentar lo impensado y a conquistar lo imposible. Hemos visto el cumplimiento de la promesa que el Señor nos dio cuando empezamos el ministerio:
Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.
(Génesis 12:2) RVR1960