“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado; Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará”
(Salmo 1:1-3) RVR1960
A través del estudio privado y devocional que El Señor nos habla y puede dirigirnos para que tomemos decisiones correctas en todo el trabajo de la Visión.
La imagen que nos brinda el salmista es el ideal de toda congregación, dar fruto a su tiempo, que nadie se vaya de la iglesia y que cada área de la visión prospere. Pero solo será posible en la medida que como Pastores permanezcamos conectados a la Palabra de Dios.
“Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos”
(Hebreos 2:1) RVR1960
La palabra clave para mantener ese contacto con la Palabra de Dios a través de las enseñanzas de Jesús, es: diligencia.
Debemos ser diligentes en el estudio de la Palabra, diligentes en aplicar cada enseñanza en la propia vida y diligentes en comunicarla.
Cada pastor o líder debe actuar de manera más constante en el estudio de la Palabra, entregarse a profundizar en la enseñanza divina, y lo manifiesta agregando “no sea que nos deslicemos”.
Estamos viviendo los días finales, horas muy difíciles cuando cualquiera puede deslizarse rápidamente.
La persona que atienda con diligencia las enseñanzas divinas no caerá jamás, porque Dios le sostiene, el Espíritu Santo se encarga de fortalecerle espiritualmente para que no se aparte de la gracia divina.
“¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron”
(Hebreos 2:3) RVR1960
El Dr. Derek Prince dijo: “O la Palabra de Dios te alejará del pecado, o el pecado te alejará de la Palabra de Dios.”
La única vía para escapar de cualquier condenación depende de cómo mantengamos nuestra relación con la palabra de vida dada por el Señor Jesús.