Pablo dijo: “Esta es la palabra de fe que predicamos”. Debemos entender que Jesús es el Verbo de Dios hecho hombre, el cual habitó entre nosotros. Aunque Jesús ascendió al cielo, el Verbo (la plenitud de su Palabra) quedó dentro de nosotros, su Iglesia, y es nuestro deber que el Verbo se encarne en los corazones de las personas.
A esto se refería el apóstol Pablo cuando hablaba de “la Palabra de fe que predicamos”. El mensaje que sale de nuestros labios, debe ir con la misma unción y con la misma fuerza que salía también de los labios de Jesús.
A continuación algunas recomendaciones:
1. Habla siempre de Jesús: Tu meta debe ser, llevar a cada una de las personas que te escuchen, a una relación plena con Jesucristo.
Cuando la Palabra de Dios es aceptada en los corazones, el Verbo de Dios se encarna en esas vidas, y entra a formar parte de cada quien que la está recibiendo. En la noche de mi conversión, yo no tuve la experiencia con ciertos dogmas religiosos, Dios me dio el privilegio de conocer (de una manera personal) al Señor Jesucristo, y desde entonces le sirvo con toda mi alma.
2. Motiva siempre con tus palabras: Unos de los errores que cometí al principio de mi ministerio, fue que con el afán de que las personas se volvieran a Dios, las regañaba y les hablaba demasiado fuerte. En varias ocasiones me vi envuelto en discusiones bastante encendidas, y jamás le daba la razón a la gente; quería ganarlas todas. Recuerdo una vez, en la que estaba compartiendo de Jesús a una amiga de Claudia, mi esposa (en ese entonces, solo éramos novios). Y esta joven me rebatía todo lo que yo le decía; ese día me sentí tan satisfecho porque le pude ganar la discusión; pero esa victoria se convirtió en tristeza, porque aquella joven no quiso volver a las reuniones, y endureció su corazón aún más hacia las cosas de Dios.
Luego pude oír la voz del Espíritu de Dios que me dijo:
“Es mejor perder una discusión y ganar un alma, que ganar una discusión y perder un alma”
Esta enseñanza quedó tan marcada en mi corazón, que desde entonces me esfuerzo por dar siempre una palabra de motivación a las personas.
3. Usa un lenguaje positivo: Aunque algunos usan un lenguaje negativo para extractar algo positivo, creo que lo mejor es siempre hablar palabras que lleven esperanza a las personas. Juntamente con mi esposa, tratamos de aprovechar al máximo cada instante que estamos con alguien, pues sabemos que Dios nos lo ha puesto en nuestro camino para bendecirlo. Si tenemos tan solo unos minutos de tiempo con esa persona, tratamos de darle la palabra acertada que le ayudará en las decisiones que ella tenga que tomar.
A la verdad, nos gusta compartir con la gente; disfrutamos el tiempo que compartimos con nuestros discípulos; ellos se motivan con nuestras palabras y nosotros nos motivamos con la manera en que ellos responden a lo que les decimos.
Por esta razón, siempre en nuestras reuniones hay mucho gozo, integración y compañerismo. Cada uno de ellos ha aprendido a tener notas humorísticas, pues cuando hay risas, las cargas se hacen más livianas, las tareas se vuelven mucho más fáciles, y el ambiente se torna más agradable.
4. Que tus palabras llenen el vacío que las personas tienen en sus emociones: Por lo general, quienes permiten pensamientos negativos en sus mentes, dejan que estos entren y se arraiguen en sus emociones. Detrás de todo mal comportamiento, hay un pensamiento negativo.
Sabemos que muchos están batallando con la culpabilidad, el temor, la depresión, la soledad, la tristeza, la inferioridad y otros males. Debemos proponer en nuestros corazones que cada una de nuestras palabras sean como un bálsamo para el alma de aquellos que nos escuchan; que puedan volver a creer en ellos mismos, en Dios y en la gente.
Razón por la cual el proverbista dijo:
“Los labios del justo apacientan a muchos”
(Proverbios 10:21) RVR1960
5. Utiliza distintos recursos para comunicar con eficacia: Somos conscientes de que nosotros los predicadores, estamos compitiendo con la televisión; pero esta no tiene lo que nosotros ya poseemos: La unción del Espíritu de Dios. Al mismo tiempo, debemos tratar de usar buenas ilustraciones, parábolas, testimonios que edifiquen, y en lo que esté de nuestra parte, el buen uso de la tecnología.
Quisiera dar un ejemplo de cómo es posible utilizar distintos recursos para comunicar con eficacia: Días atrás, estaba dando una enseñanza en una iglesia americana, acerca de la profecía de Ezequiel sobre los huesos secos; y pedí la ayuda de algunas personas que se encontraban en diferentes lugares del auditorio.
Ellos pudieron imaginar aquel momento de la profecía de Ezequiel, corriendo por todos lados del auditorio, como para tratar de ejemplificar lo que vivió el profeta en ese tiempo; en pocos minutos, teníamos decenas de personas en la plataforma, cada una buscando su coyuntura, o su grupo de doce. Esta reunión se convirtió en un verdadero espectáculo. La gente continuamente hablaba de cómo les había impactado esa ilustración.
6. Cerciórate de que en tu mensaje está la respuesta a la necesidad de la gente:
Debemos pensar: “Tengo para comunicar, algo que verdaderamente la gente está necesitando”. Solíamos pensar que los que realmente tenían problemas eran quienes vivían en el tercer mundo.
Pero ahora que hemos podido residir en los Estados Unidos de América, hemos visto que su gente también padece problemas (aunque diferentes a las de los otros países) y que están hambrientos por una respuesta a sus necesidades familiares, morales, emocionales y espirituales, las cuales los han atacado continuamente. Jesús le dijo a la mujer que los fariseos querían apedrear: “Ni yo te condeno, vete y no peques más”; también al leproso que todos repudiaban, después de tocarlo, le dijo:”Quiero, sé limpio”; en otra ocasión, se acercó a una viuda que había perdido a su único hijo, diciéndole: “No llores”; luego, se aproximó al féretro, y por amor a esta viuda, le entregó a su hijo vivo. En la oportunidad en que la multitud seguía a Jesús y sus discípulos estaban hambrientos, les dijo a ellos: “Dadles vosotros de comer”; con esto, les delegó (y a nosotros también) la responsabilidad de darle solución a los problemas de la gente.
7. Tu mensaje debe ser constante, perseverante y eficaz: El mensaje debe ser de esta índole, porque está en juego la salvación de millones de personas que lo único que necesitan es oír la Palabra.
En este tiempo final, Dios está levantando un ejército de hombres y de mujeres comprometidos verdaderamente con Él y con la predicación de su Palabra, que contrarresten el espíritu de apostasía que trate de infiltrarse dentro de la Iglesia, y que solo la predicación diligente de la Palabra doblegará. Aunque en estos últimos días han surgido diferentes grupos de error, los verdaderos creyentes nunca se irán tras ellos, porque el espíritu de santidad los guardará.
8. La predicación debe ser ungida: La predicación de este modo, se convierte en el arma más poderosa del creyente. Lo que nosotros decimos, determina lo que hacemos.
Dios ha puesto en nuestros labios la autoridad para trazar nuestro propio futuro. Jesús dijo:
“O haced el árbol bueno, y su fruto bueno, o haced el árbol malo, y su fruto malo; porque por el fruto se conoce el árbol. ¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca”
(Mateo 12:33-34) RVR1960
El Señor Jesús dijo:
“El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas”
(Mateo 12:35) RVR1960
No solamente compara al hombre bueno con un buen árbol, que da buen fruto, sino que dice que en su corazón hay un tesoro de donde selecciona las mejores palabras para darles a aquellos que están a su alrededor.
Además, el Señor da una advertencia:
“Más yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado”
(Mateo 12:36-37) RVR1960
La persona que tiene la habilidad de saber cuándo hablar y cuándo callar, es una persona virtuosa.
9. Cada palabra que nosotros digamos, irá cargada de poder: Si son palabras sabias, con ellas estaremos liberando un poder que edifica; si son palabras necias, se desatará un poder destructor. Salomón dijo:
“La muerte y la vida están en poder de la lengua, el que la ama comerá de sus frutos”
(Proverbios 18:21) RVR1960